Mensaje del Jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama, durante la Develación de la estatua de Francisco Villa
JEFE DE GOBIERNO, MARTÍ BATRES GUADARRAMA (MBG): Muchas gracias y muy buen día. Hace varios meses, algunos compañeros me informaron que había este proyecto de develar esta escultura con Pancho Villa cambiándole el nombre a la calle de Plateros para ponerle Madero y me pareció una extraordinaria idea y les dije: “Adelante”.
Como el lapso que tengo aquí en la Jefatura de Gobierno es breve, quiero hacer todo lo que pueda hacer en favor de la ciudad y del país y les dije: “Adelante, vamos para adelante con el proyecto” y me decían los compañeros: “La idea es que se devele el 8 de diciembre porque ese día se puso la placa”. Y les dije: “Excelente, así lo haremos”.
Ya cerca del 8 de diciembre le pregunté a los compañeros, no digo cuáles, pero les pregunté: “¿Cómo vamos?” Dicen: “Ya casi está”. Y antes del 8 de diciembre le digo: “¿Develamos la placa?” -perdón- ”¿Develamos la escultura?”. Me dicen: “Parece que nos vamos a tardar un poquito más, para el 16”. Y les dije: “No estoy de acuerdo porque si yo les digo que sí, se van a ir más adelante”. Digo: “El 8, el 8”. Pero bueno, nos fuimos para el 16.
Llegamos al 16 y me dicen: “Falta un poquito pero lo vamos a hacer el 27”. “No”, les digo, “El 27 está lejísimos, estamos muy cerca de que se acabe el año y este es el año de Villa, del revolucionario del pueblo, no podemos hacerlo después, ya no es igual”. Dicen: “Bueno, nos apuramos”. Llegamos al 27, el 27 me dijeron: “Va a ser el 29”. Les digo: “Me avisan, cuando esté listo, cuando esté, me dicen y organizamos el evento”. Y, bueno, estamos en el 31 de diciembre y sí se pudo en el año de Villa.
El último acto, en el año de Villa, es la develación de esta escultura lo cual nos hace muy felices porque cumplimos con un gran propósito de historia y de cultura política y de educación. Aquí quiero recordar que al contrario sensu de nuestro entusiasmo y festividad, hay quienes han visto las cosas de manera diversa.
Estando yo, en la adolescencia, hace muchos años leí un librito del Fondo de Cultura Económica, había otros directores muy diferentes, un libro de Marte R. Gómez, y me quedé muy sorprendido, se llama “Semblanza de Pancho Villa”. En ese libro dice Marte R. Gómez que Villa estaba entregado a la obcecación de una mala causa, que era cruel hasta la brutalidad, dominante hasta la posesión absoluta, que tenía un carácter arrebatado, actos de indisciplina, capaz de mandar, pero no de obedecer; que tenía tanta fuerza como para abatir a un buey con un puñetazo; y remachaba casi al final del libro diciendo: “Francisco Villa no hizo tanta historia”.
No obstante, en alguna parte de su libro, él mismo reconoce que se podrá a analizarlo y sin embargo, nunca destruirlo pues, casi, casi, para desgracia del autor decía: “palpita en el corazón sencillo de millones de seres”.
Marte R. Gómez, en la última página del libro señala que sin Carranza, sin Obregón, sin Calles y enumera, luego a todos los presidentes y luego llega al de ese momento y dice: “y sin Echeverría que consagra tiempo, energía, entusiasmo, corazón y sobre todo servicio a nuestra patria, México no sería lo que es”.
O sea que, para este autor, Villa era cruel hasta la brutalidad, pero el responsable de la matanza del 68 y la del 71, ese no era cruel, ese estaba consagrado, entusiasmado, con toda su energía y su corazón al servicio de nuestra patria. Esto nos puede indicar los parámetros tan distintos con los que puede verse la historia.
¿Por qué nos entusiasma tanto Pancho Villa?, ¿por qué nos llena de fervor? Yo creo que la razón fundamental es que viene desde abajo, así se llamó la novela de Mariano Azuela, hablan de los Villistas, los de abajo; es porque vienen desde el inframundo social, desde la exclusión total, desde la marginalidad, porque no era parte ninguna élite familiar, ni política, ni caciquil, ni económica, ni académica, no tenía ningún linaje regional, era un desheredado total y así, Pancho Villa se metió a la historia y se convirtió en uno de los grandes revolucionarios de México.
Y, cuando hablamos de la Revolución Mexicana, hay muchos héroes a los que hay que admirar y reconocer. Pero decimos “Hay dos grandes héroes del pueblo de México: Emiliano Zapata y Pancho Villa”, que en efecto, se conocieron aquí, en esta Ciudad de México, en Xochimilco.
Y, es cierto, lo que dice Pedro Salmerón, hace unos días firmamos la declaratoria de utilidad pública para expropiar la casa donde se encontraron Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Por venir de abajo, de abajo, de hasta abajo, de mero abajo, por eso queremos tanto a Pancho Villa, por eso nos entusiasma y por eso nos da mucha alegría terminar este año, declarado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, como el Año del Revolucionario del Pueblo, Pancho Villa, develando esta escultura.
Ahora sí con todo entusiasmo y alegría voy a gritar lo que no quisieron gritar mis antecesores: ¡Viva Villa, cabrones!
SECRETARIA DE EDUCACIÓN, CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN (SECTEI), OFELIA ANGULO GUERRERO (OAG): Muy buenos días, muy buenos días a todas y a todos. Es una gran satisfacción, Jefe de Gobierno, para mí, estar hoy aquí, participar en este homenaje que el Gobierno de la Ciudad de México hace a Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, cuyo centenario luctuoso se celebró en julio de este año.
La develación de escultura, en su memoria representa la última de las muchas actividades que se han consagrado, tanto en la Ciudad de México como en el resto del país, a rendir tributo y fortalecer el conocimiento histórico en torno a aquel que fuera uno de los actores clave de la Revolución Mexicana, pero también una de las figuras más emblemáticas.
Es una ocasión propicia para evocar el papel central que tienen los procesos de reflexión en torno a la memoria histórica en la continuidad y consolidación de la transformación política y social que atraviesa nuestra nación.
Uno de los enemigos, tal vez, más peligrosos y temibles del cambio social es la ignorancia del propio pasado, es decir, la desmemoria histórica, como lo señalara de manera célebre el gran historiador Marc Bloch: “La incomprensión del presente nace, fatalmente, de la ignorancia del pasado”. En ese sentido, parte angular de cualquier proyecto de transformación es, precisamente, la reflexión incesante en torno a los grandes procesos históricos, cuyo legado vivo, como es el caso concreto de la Revolución Mexicana, resuena en las demandas de justicia y equidad de los múltiples sectores que conforman nuestra sociedad.
El actual Gobierno de la Ciudad de México, Gobierno con marcado Acento Social, ha hecho énfasis en la importancia de los movimientos sociales, no solo como la consciencia ética a la que responden sus acciones, sino como el espacio privilegiado en el que se forjaron los derechos que hoy gozamos y que tenemos por misión ampliar, hacer cumplir y, sobretodo, defender.
Volver una y otra vez con una mirada crítica hacia la Revolución Mexicana es indispensable. Se trata de la transformación más popular y más profunda por la que haya pasado nuestro país. La Revolución Mexicana, como todos sabemos, contribuyó a concretar las principales demandas del pueblo, con el fin de crear un nuevo orden social más equitativo y justo.
En la Constitución de 1917 se reconocen, en lo esencial, las principales demandas del pueblo, demandas que no han perdido un ápice de actualidad: el derecho de los campesinos a la tierra, el derecho al salario mínimo, a la jornada de ocho horas, a la organización sindical, a la seguridad social y, de manera crucial, al derecho a la educación.
Digo “de manera crucial” porque una de las principales cuestiones que presupone el derecho a la educación es, precisamente, el conocimiento del pasado, sin el cual no es posible, ni la comprensión cabal de los desafíos que enfrentamos en el presente, ni mucho menos trazar una dirección, un horizonte común de bienestar y equidad para todas y todos hacia el futuro. La revalorización y el homenaje a las grandes figuras de la Revolución, como ha sido el caso de Pancho Villa a lo largo de este año, cumplen una función de primer orden de despertar y avivar el interés por el pasado, abriendo discusiones y debates serios, cuyas implicaciones en la actualidad no deben ser nunca desdeñadas; porque, al fin de cuentas, el conocimiento de la historia es un ejercicio de diálogo y una de las expresiones, por parte de nuestro gobierno, de su compromiso con el futuro.
Enhorabuena y, como han dicho todos: ¡Que viva Villa!
COORDINADOR GENERAL DE LA AUTORIDAD DEL CENTRO HISTÓRICO, JOSÉ MANUEL OROPEZA MORALES (JMOM): Muy buenos días a todas y a todos, compañeras, compañeros, camaradas, amigos, Jefe de Gobierno, doctor Martí Batres.
Para mí es un gusto poder estar el día de hoy concluyendo este proyecto que anunciamos en este mismo lugar el pasado 20 de julio, que recordamos el centenario del asesinato del General Francisco Villa y, justo en esta esquina, anunciamos este proyecto que hoy se concreta, gracias al trabajo que se ha hecho por parte de la Fundación Francisco Villa y por las diversas instituciones del Gobierno de la Ciudad de México.
En particular, reconocer el trabajo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México que han estado trabajando de manera coordinada; también agradecer el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que nos ha estado apoyando en concretar el proyecto que hoy se devela.
Y nos da una gran satisfacción que podamos develar esta estatua que forma parte de la identidad de la memoria en particular del Centro Histórico de la ciudad, ya que gracias al General Francisco Villa esta avenida, que es la avenida más importante del Centro Histórico de la Ciudad, que es la Avenida Madero; gracias a él se llama así.
Esta avenida que llega a tener una circulación diaria de alrededor de 350 mil personas y lo hemos visto estos días de diciembre y qué mejor que esté aquí esta estatua del General Francisco Villa reconociendo su legado para la historia del país, lo que aportó, en particular a esta identidad, en lo que significa el Centro Histórico y estamos muy contentos, como siempre, de concretar los proyectos, de cumplir con las encomiendas que tenemos y desearles a todas y a todos un feliz año y qué viva Villa y que viva el presidente Madero.
PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN VISIÓN VILLISTA, MARTÍN VILLA GARCÍA (MVG): Muy buenos días amigos, amigas; estimado presídium, honorable presídium que nos acompaña el día de hoy, muchísimas gracias por su presencia, Jefe de Gobierno, Martí Batres, secretarias, coordinadores, jefes; todos, gracias por asistir el día de hoy.
Primero que nada comenzaré comentando que es necesario agradecerle formalmente al Jefe de Gobierno, Martí Batres, por los esfuerzos del día de hoy. Y, definitivamente agradecemos, también, al equipo de la Autoridad del Centro Histórico que estuvo aquí al pie del cañón, duro, hasta el día de hoy, con todo su equipo.
Definitivamente, es necesario también agradecer la asistencia del doctor Pedro Salmerón, que sin él el día de hoy no estaríamos aquí. Él fue el que nos presentó con el escultor Eduardo Bautista; con otro amigo, Ursus Sartoris.
Y, estamos el día de hoy aquí. Y, sobre todo por tu visión, por tu amistad y por tu línea en el villismo, Pedro, muchas gracias.
Comenzaré con una breve reflexión. Al finalizar la guerra los villistas tuvieron dos opciones: callar u obedecer, o seguir fuera de la ley. Pasaron décadas y durante la primera mitad del siglo pasado, cualquier acción que reivindicara al villismo, de alguna manera era perseguida, cualquier forma de expresión artística dedicada al General Villa, era cuestionada, como lo fue en el caso de la escritura duranguense, Nellie Campobello, y su libro Cartucho.
Las primeras esculturas del revolucionario del pueblo, fueron impulsadas por villistas y hechas a contracorriente, todas ellas implicaron persecución y cárcel. Descendientes de revolucionarios y agraristas fueron golpeados por el simple hecho de limpiar la casa, que alguna vez fuera, de niño, peón, Doroteo Arango.
Aquel fue el mismo régimen que torturaba y desaparecía campesinos y obreros, y aquel fue el mismo que asesinó a estudiantes en nuestra ciudad, en Chihuahua y en Guerrero, durante casi 30 años.
Es por esto mismo que hoy, apunto de concluir el año del General Francisco Villa –declarado así por el Gobierno Federal- a usted Jefe Martí, que comprende la historia del pueblo en armas y proviene de los grandes movimientos estudiantiles, herederos de la revolución del pueblo, los cuales nos dieron las democracia de la cual hoy todos gozamos, lo invito a que juntos sumemos a esta escultura, pueblo y gobierno, una placa en la base de esta escultura, que haga reconocimiento a los villistas que apoyaron a la conformación de este proyecto escultórico y otros más, al haber trascendido dejando el ejemplo de sus luchas por todo el país.
Nombremos, entonces, sin temor al villismo que se desborda con amor y con cariño por su patria.
Antes de ser declarado este año en honor a Francisco Villa, nos planeábamos docenas de festividades y actos cívicos, pero comprendimos que lejos de fecundar la memoria de los mexicanos, todo esto terminaría por perderse en la celebraciones mismas. Meditamos sobre cuáles debían de ser las acciones para este momento tan importante.
Era imprescindible que surgiera un proceso histórico, consciente, genuino y popular, y de entre muchas acciones llevadas a cabo este año, esta escultura se suma a ellas para recordarle a las más de 300 mil personas que circulan día a día por la Avenida Madero, que el Villismo está vivo y el espíritu de Villa vive y es a través del pueblo.
Esta escultura servirá para que el pueblo de México haga memoria sobre el campesino que se echó a cuestas la responsabilidad de transformar este país desde abajo y a través de él, comprender al movimiento que encabezó junto a mujeres y hombres que derramaron su sangre y se sacrificaron por sus sueños y su felicidad.
Por eso, cansados de los seres inalcanzables, esta obra no fue diseñada para que los mexicanos vean a un Villa intocable, quienes sean enemigos del progreso verán un bandido, quienes estén hartas lo mancharán para recordarle a México sus históricos pendientes con la mujer y aquellos que lo necesiten verán en él al fiel amigo de los pobres y las causas justas que estará siempre para ellos.
Es necesario, hoy, antes que nada, regenerar a un villismo radical y sin domesticar, capaz de generar sus propias condiciones cuando éstas lo requieran, uno que construya museos, bibliotecas y escuelas, así como lo hubiese querido el General. Este será el manifiesto para futuras acciones y servirá de eje para seguir comprendiendo y revolucionando este movimiento para el siglo XXI.
Nosotros los vivos no estamos aquí para consagrar o santificar las acciones de Villa y los villistas del pueblo, el pueblo que luchó junto a Villa en casi 300 batallas lo hizo con una consciencia de clase bien definida.
Finalmente, la sangre derramada jamás podrá ser contenida y seguirá desbordándose en las juventudes que hoy lo invocan, somos nosotros las y los vivos, quienes tenemos la enorme tarea de asumir al espíritu de Villa y al villismo, para honrar con nuestras acciones, día a día, a los que dieron su vida por un México más libre, consciente, feliz y democrático.
Y, antes de terminar con esta participación, puesto que hoy, el día de hoy mi padre, “El Chiquilín”, Agustín Villa, si hoy viviera se dispondría a entregarle un premio, el mayor de los grados a usted, Jefe Martí. Mi padre fue también un líder estudiantil y junto a una serie de generaciones hicieron lo que tenían que hacer, educar y preparar a México para un país mejor.
El Premio del Mayor de los Grados, es un premio que entregamos año con año, solamente a aquellos individuos que han sabido destacarse y comportarse a la altura de lo pueblo de México requiere. Amigos como Paco Taibo, amigos como Pedro Salmerón, han recibido este premio, entonces, por favor, Jefe de Gobierno, entregamos este premio, amigos.
Y, también hacemos obsequio de una medalla, la medalla “Amor a Huerta”, que fue acuñada en Durango, en 1914, por las fuerzas de la División del Norte, para recordarle a todo México que era necesario hacer frente a la reacción.
Muchas gracias y que viva Villa.
DIRECTOR DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, PACO IGNACIO TAIBO II (PIT): Bien sabido es lo inútil que soy en todas las ceremonias y lo mal que me sale, pero ésta en particular, desmañané para estar aquí con ustedes porque era la última bofetada con guante blanco que le damos a la reacción, en el año de Villa.
Para mi sorpresa, a lo largo de este año, decenas de artículos, editoriales, comentarios, en los más infames medios de comunicación de la prensa conservadora de este país, han aparecido nuevamente para dar la batalla antivillista, se desataron.
¿Y por qué les molestaba tanto?, ¿por qué era tan injurioso que el Gobierno Federal haya declarado este año, Año de Villa? Porque Villa los pone nerviosos, les da miedo, todavía, la figura implacable, el estilo brutal de Pancho.
Y no hay nada más grato que devolverles la última patada con una estatua como ésta, que aparte de que es muy bella, tiene la virtud de recordar cuando Villa le cambia el nombre a la calle, para homenajear a Madero, después de que le advirtió que aquellos curros lo iban a matar, pero además permite algo, que es el arte urbano de repente se transforma en otra cosa.
Cuando inauguramos la estatua de Ho Chi Minh aquí, tiene una manguita, Ho Chi Minh está fumando, como debe de ser, fumaba hasta por debajo del agua y en la banquita se puede sentar a fumar al lado de él, cosa que hice después de inaugurarla, que era el premio, bueno me piden que me tire un rollo, bueno, me tiro el rollo pero me siento a fumar con Ho Chi Minh, a las tres horas llegó un policía y me dijo: “Aquí no se puede fumar”. Y le dije: ”¿Me lo dice a mí o se lo dice a Ho Chi Minh?”. Lo cual lo desconcertó el tiempo suficiente para que yo me acabara mi cigarrillo tranquilamente.
El arte urbano tiene esto. ¿Cuántos miles de ciudadanos del DF, de la Ciudad de México van a venirse a tomar una foto al lado de Villa? Un Villa, un Villa celebrante, ¿no? Que está cambiándole el nombre a una calle.
Eso es lo que hace el corazón de ciudades y esta ciudad mal que les pese, mal que chillen y lloren, mal que rejeguen; esta ciudad es villista, compañeros.
ESCULTOR EDUARDO BAUTISTA (EB): Buenos días, gracias todos. Me voy a permitir leer para no extraviarme. Gracias, gracias, Jefe, por permitirme el uso de la palabra, a nombre de los artistas que diseñamos y manufacturamos la escultura que hoy develamos.
En cualquier movimiento revolucionario como lo fue el del General Francisco Villa o el del General Morelos, con 400 kilos de bronce puede fundirse un cañón para dar la batalla. Nosotros, hoy entregamos a nuestra patria, a nuestra ciudad capital, una pieza de bronce que efectivamente dispara, dispara una idea, la idea de que la escultura pública es necesaria, la idea de que los motivos históricos nos ayudarán a resolver nuestro futuro.
La idea de que la obra artística pública, no debe seguir secuestrada por las élites mercadotécnicas que han fetichizado y encarecido el arte popular, no quisiera disertar sobre las cualidades y defectos, que seguro los tiene, de la obra, ya que no es una obra conceptual o individual, es una obra colectiva y popular, donde muchos hemos puesto las manos, el corazón en su material factura.
Solamente compartir, reconocer a los artistas, Caballeros Jaguar de los pueblos de Iztapalapa, que sin ellos la fundición no se hubiese conseguido.
Agradecer y bendecir a todos su generosa voluntad política y revolucionaria del Gobierno de la ciudad y de todas las almas que nos han compartido tanta ayuda con su vocación de servicio social, a través de la Autoridad del Centro Histórico, a través de la secretaría de Cultura y a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El maestro Joaquín Clausell hablaba de la revolución de los artistas, así pues, nosotros, como soldados rasos de la División del Norte, simplemente decir: “el General Francisco Villa, vive. ¡Viva Francisco Villa!
PEDRO SALMERÓN SANGINÉS (PSS): Gracias. Buenos días, casi tan fríos como los de diciembre de 1914, que son los que estamos conmemorando ahora.
Pancho Villa estuvo dos veces en la Ciudad de México. La primera, de marzo-diciembre de 1912, solo conoció tres edificios por dentro; por dentro, la prisión federal de Santiago Tlatelolco y la penitenciaría de Lecumberri, actualmente Archivo General de la Nación, y la estación de Buenavista.
Y luego, diez días de 1914, en realidad solo seis, porque llegó a Tacuba, pero no quiso entrar a la Ciudad de México; y no quiso entrar a la Ciudad de México, porque Zapata tampoco había querido entrar. Zapata había llegado unos días antes a Chapingo, su ejército ya ocupaba la Ciudad de México, y dijo: “No voy a entrar hasta no hablar con mi compañero Francisco Villa” –Aquien no conocía-.
Villa llegó a Tacuba y decidió tampoco entrar y antes, si se ponían de acuerdo o no, Pancho Villa hizo una de las suyas. “Vamos a acelerar las cosas”. Y con una pequeña escolta se puso en manos de Zapata en la vecina ciudad de Xochimilco, en un edificio que por cierto, tengo entendido que acaba de recuperar la ciudad, ¿no, es cierto Martí?
MBG: Estamos expropiando.
PSS: Que se está expropiando, se está terminando de expropiar para hacer ahí -como debe hacerse- el Museo del Encuentro de Zapata y Villa.
MBG: Así es.
PSS: El Museo del Encuentro de la Revolución Popular. Ahí se conocieron Zapata y Villa como dos novias de pueblo –como bien dice Paco- sí, el pacto de diciembre. Y (inaudible) y sus ejércitos desfilaron, en triunfo, y pasaron por aquí, venían por Avenida Juárez, pasaron por Madero, llegaron a Palacio.
Bien, dos días después, Pancho Villa fue al Panteón de Dolores -perdón- al Panteón Francés, se inhumó ahí, los restos mortales de Francisco I. Madero. Villa soltó uno de los poquísimos discursos que se le conocen. Villa, además de hacer, que he de decir, parte de ese discurso está grabado en la placa, a lado de esta estatua, lloró y luego, vino del panteón hacia acá, e hizo lo que la estatua muestra: quitó la placa que decía calle de Plateros y puso estas placas de bronce que dicen: Avenida Francisco I. Madero.
¿Por qué Madero? Porque Madero era para Villa el gran maestro de la democracia. El maestro de la ruta que debía seguir el pueblo, el que le había enseñado la política, el que le había enseñado a entregarse a la gente, y por eso el grito, del grito popular, el grito revolucionario más importante de la historia de América Latina, la División del Norte, por eso el grito de guerra era: “¡Viva Madero!”