Mensaje de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, durante el Diálogo Mujeres de América por los Derechos y el Bienestar
DIRECTORA DE EL PAÍS, PEPA BUENO (PB): Muchas gracias, buenos días. Es un placer, es un privilegio estar aquí moderando esta primera mesa, este primer encuentro inaugural del Diálogo de Mujeres de las Américas y, de mujeres con poder, que son las que van a estar en este primer conversatorio.
Las mujeres con poder, las mujeres que ocupan espacios donde históricamente no hemos estado las mujeres, espacios históricamente ocupados por los hombres, se enfrentan con mucha frecuencia a una paradoja que se va a escenificar aquí, ahora mismo, esta mañana.
Las mujeres que me acompañan en esta conversación son mujeres que han construido una carrera propia, tienen una habitación propia construida con esfuerzo o con mucho sacrificio, son expertas que motivan esas materias, tienen experiencia de gestión. Podríamos hablar con cada una de ellas profundamente sobre algunos de los grandes desafíos que afronta la humanidad, que afrontan los seres humanos, las personas globalmente en este momento.
Podríamos hablar, por ejemplo, de cambio climático, de renovables, podemos hablar de la revisión del mundo del trabajo, de cómo integrar la diversidad en las sociedades complejas; y, sin embargo, yo voy a hacerles preguntas que nunca le haría a un político con experiencia o formación similar a ellas; les voy a preguntar por su condición de mujeres, nos vamos a perder un diálogo en profundidad sobre aquella biografía que ellas han construido con esfuerzo y que les permite estar hoy aquí en la primera fila de la gestión en América Latina.
¿Les tengo que preguntar todavía por ellas en su condición de mujeres? Sí, todavía hay que preguntarlo, porque son o pueden ser referentes para muchas mujeres que todavía están en el camino, para muchas niñas que miran el mundo que la rodea y porque eso demuestra que, incluso en aquellos países donde la igualdad legal es un hecho y es un hecho consumado ya desde hace años, la distancia es enorme entre la igualdad legal y la igualdad real, esa que permea a todos los órdenes de la vida.
Y porque esa distancia existe todavía, existe esta jornada y hablamos con estas mujeres, con las que podríamos hablar profundamente de otras transformaciones que están esperando a desarrollarse en este mundo; en cambio, tenemos que dedicar este tiempo importantísimo a una transformación imprescindible que es la de la igualdad.
Así que les haré preguntas sobre políticas de género, sobre su experiencia de gestión y todavía hoy, algo que no le preguntamos a los hombres: por su condición de mujeres. Esta paradoja es la que vivimos todas las mujeres que ocupamos espacios donde no hemos estado históricamente.
Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, muy buenos días.
JEFA DE GOBIERNO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO (CSP): Buenos días, Pepa. Muchas gracias por organizar este evento y bienvenidas a todas quienes nos escuchan a distancia y quienes están aquí, ejemplo de mujeres de lucha y de convicción. Muchas gracias, bienvenidas a su ciudad.
PB: Y buenos días también a la vicepresidenta de la República de Colombia, Francia Márquez, buenos días.
VICEPRESIDENTA DE COLOMBIA, FRANCIA MÁRQUEZ MINA (FMM): Hola, buenos días, Pepa; gracias por este espacio. Saludo de manera muy especial a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
Saludo, por supuesto, a todas las personas que han tenido a bien organizar este importante encuentro de mujeres muy poderosas latinoamericanas, que luchamos todos los días en nuestros diferentes espacios y territorios por los derechos y el bienestar de las mujeres, gracias por permitirme ser parte de este especial diálogo y gracias por siempre estar ahí defendiendo los derechos de las mujeres.
PB: Pues vamos a empezar si les parece. Antes de abrir una conversación a tres, porque cada una de ustedes puedan contarnos cómo lo ven, cuáles son las prioridades, qué políticas han ejecutado, cuál es su punto de vista sobre el motivo que hoy nos reúne aquí, que es la agenda de género en América Latina o en sus países o en su ámbito de gestión.
Señora Márquez, cuando quiera.
FMM: Bueno, lo primero que tengo que decir es que las mujeres siempre hemos estado ahí, siempre hemos estado ocupando espacios importantes en la historia latinoamericana, así nuestro papel siempre haya sido de invisibilizar esas luchas. Las mujeres latinoamericanas hemos hecho parte de las luchas de independencias en nuestros países, hemos hecho parte de las luchas contra las dictaduras que hemos tenido en nuestros países, hemos hecho parte de las experiencias de las luchas sociales y populares que buscan transformar situaciones de inequidades, de desigualdades, de exclusión y de marginalidad.
Pero, sobre todo, también hemos tenido un rol muy importante y es la lucha por la paz en Latinoamérica, ese rol lo hemos tenido; sin embargo, la lucha por la crianza, entendiendo que en Latinoamérica en general, la mayoría de los hogares se han sostenido con mamás cabezas de familia, el rol de la crianza, el rol del cuidado lo hemos desempeñado como mujeres.
Ahora, por supuesto, estamos mujeres hace poquitos años asumiendo otros roles y es el rol de disputar el poder político. Nuestra presencia hoy en esa disputa de poder político, sin duda genera agresiones también muy fuertes en términos de una respuesta. Nuestra presencia por, digamos, confrontar el statu quo de la política, nuestra presencia por disputarnos los roles de poderes impuestos de manera patriarcal y por lograr transformarlos, es importante. Nuestra presencia, en términos de ocupar espacios de poder, simbólicamente ya significa un cambio, sin embargo, no podemos quedarnos solo en que ya hicimos un cambio porque estamos ocupando estos espacios.
Yo creo que tenemos que liderar las transformaciones profundas que requiere nuestra sociedad, en tal sentido, no llegamos a estos espacios de poder solo para ser figuras decorativas, ni floreros, el fin del cambio no está en los despachos de gobierno, ni en los ministerios que ocupamos, ni en la vicepresidencia que ocupamos.
Creo que el mayor propósito de ocupar este espacio y el poder real es poder garantizar los derechos de nuestra sociedad, los derechos de transformaciones, de injusticias históricas que han mantenido privilegios de muchos en el poder bajo la exclusión, la marginalidad y el miedo, la violencia que se ha metido en nuestros hogares, en nuestros territorios y en nuestras familias.
Ese es el verdadero papel nuestro aquí, no es suficiente con que hoy en Colombia haya una vicepresidenta afrodescendiente. Simbólicamente representa un cambio en el poder, pero el gran desafío es lograr transformaciones para esas comunidades históricamente excluidas y marginadas; el gran desafío es colocar agendas de transformación social.
Ahora, nosotras como mujeres que nos dedicamos a la política en Latinoamérica, sobre todo cuando somos mujeres progresistas, nos atacan fuertemente, porque el patriarcado quiere a mujeres que no cuestionen, quieren a mujeres que no cuestionen el privilegio establecido, el patriarcado no quiere a mujeres que luchen por cambiar los roles, por transgredir esos roles que nos han asignado, el patriarcado quiere a mujeres que le ayuden a conseguir el 50 por ciento de los votos femeninos para mantener el statu quo; y eso, por supuesto, no somos nosotras, porque venimos de luchas sociales, venimos de luchas de pueblos, venimos también con sueños, con esperanzas, con aspiraciones de cambio, de justicia social; y esto, por supuesto, evidencia muchas agresiones que hemos recibido.
No es casualidad que muchos medios de comunicación atacan, nos atacan con visceralidad, no es casualidad que nuestros relatos sean caricaturizados, no es casualidad que nuestros logros sean minimizados. No competimos entonces en igualdad de condiciones en el ámbito político, nos exigen más a las mujeres, nos cuestionan más y se nos teme más también, sobre todo si queremos llevar a cabo esas transformaciones profundas que nuestras sociedades necesitan.
Por ejemplo, los ataques hacia mí no son solo por lo que propongo, también son por lo que represento. Me cuestionan por como me visto, como me siento, como me expreso, como hablo, como me comporto en términos de no ser una mujer –y así me lo han dicho– “bien puesta en mi lugar”. En el fondo, cuando yo veo este foco de ataques y agresiones racistas, clasistas, lo que se está haciendo es una profunda crítica a la interseccionalidad de raza, clase y género que me atraviesa, porque nuestra presencia hace y exacerba prácticas y discursos discriminatorios que son evidentes, que saltan a la cara y exigen acción.
Para algunos, su respuesta es ahondar en sus posturas discriminatorias, para otros llaman a los cuestionamientos y las transformaciones, nuestra presencia es más incómoda si tenemos posturas progresistas. A los liderazgos más progresistas se nos margina, porque como ya lo había dicho, el patriarcado no está dispuesto a ceder en sus privilegios, al patriarcado le sirven mujeres “políticamente correctas”, que hayan sido buenas hijas y mujeres que obedezcan.
En toda la región hemos visto cómo los avances sociales y las políticas transformadoras que hemos propuesto han sido respondidas, atacadas por su relación, en tanto quieren mantener los privilegios. Existe una reacción natural ante el cambio que genera incertidumbre hacia lo desconocido, pero existen formas y prácticas en cómo la derecha ha hecho –o la ultraderecha en nuestras regiones– que esa incertidumbre al cambio por lo desconocido genere un miedo profundo y, por supuesto, unas reacciones de odio profundas también.
Afianzar el odio para mantener el estado de cosas para que los privilegios y las violaciones se mantengan, incluso se proponen retroceder las conquistas que la gente y las luchas de los movimientos sociales han logrado. La derecha defiende los privilegios históricos a partir de un discurso de miedo a la diferencia y a los cambios, para llegar a un discurso del odio que pretende negar los roles transgresores que estamos proponiendo.
Un ejemplo de ese discurso de odio es el discurso de odio que en toda Latinoamérica se está impulsando contra el feminismo. Es irresponsable, porque ese discurso antifeminista deriva con mucha facilidad en la misoginia más perversa y más violenta, la que justifica y promueve las agresiones y los abusos contra los derechos de las mujeres. Al final, ese odio nos impide a más de 330 millones de mujeres latinoamericanas y del Caribe, el goce efectivo de sus derechos.
No es coincidencia que uno de cada cinco niños que nacen en nuestra región tengan madres menores de 20 años, incluso niñas menores de 14. El miedo y su odio derivado termina negándole a las jóvenes espacios, a las jóvenes sobre todo empobrecidas, a las jóvenes sobre todo en zonas rurales, espacios para acceso a salud sexual y reproductiva, incluso a decidir sobre sus cuerpos. Ese discurso impide avanzar en la lucha contra las violencias basadas en género.
En Colombia la situación es tan crítica, que hemos declarado como gobierno una emergencia, un estado de emergencia por este tipo de violaciones hacia los derechos de las mujeres, violaciones que derivan en acosos, en violencias sexuales, y en el peor de los casos, en feminicidios, que hoy son noticia de todos los días en nuestro país.
Creo que muchas de esas violencias se alientan ideológicamente en el discurso del odio hacia la lucha contra el feminismo, del odio hacia las transformaciones. Como mujeres tenemos la posibilidad y la fuerza para llevar la agenda progresista más allá de los límites previamente establecidos, como mujeres podemos poner en debate temas que escapaban a las agendas prioritarias que estaban en segundo plano, incluso en los proyectos de la izquierda.
Desde el poder debemos defender a las madres cabezas de hogar, que asumen la totalidad de la responsabilidad de la crianza, mientras que el padre abandona a los niños, o como yo he dicho, abortan su responsabilidad paternal. Debemos defender a las mujeres que sufren violencias físicas y psicológicas por parte de las parejas, pero no pueden huir porque dependen económicamente de ellos.
Debemos igualmente construir –y es una necesidad urgente– un sistema judicial que cuente con las herramientas necesarias para que las denuncias de violencias, agresiones y abusos no queden en impunidad.
Las mujeres en nuestros países, en nuestra región, pocas veces denuncian por miedo a ser cuestionadas, por miedo a ser revictimizadas, por miedo a ser señaladas, por el preguntarles qué estaban haciendo, cómo se han comportado; porque se cree que somos merecedoras de las violencias patriarcales que atraviesan nuestras vidas.
Debemos gobernar entonces para la garantía de los derechos integrales de las mujeres y, sobre todo, debemos hacer nuestros esfuerzos por establecer la autonomía económica. Nuestra fuerza como mujeres en cargos de poder solo tienen sentido si tomamos la decisión de manifestar nuestras acciones y de establecer nuestras agendas en términos de la garantía de los derechos de las mujeres en nuestra sociedad. Ese es el gran desafío que tenemos, y eso pasa porque nuestros gobiernos definan claramente presupuestos que permitan liderar las agendas de las mujeres.
Hoy las agendas de las mujeres en muchos de nuestros gobiernos se vuelven solo una mención simbólica, porque cuando vamos a ver las trazas presupuestales o cuando vamos a ver los presupuestos claramente definidos para las acciones, están en precariedad o básicamente no existen. Las agendas de las mujeres son una prioridad y, por tanto, deben tener importancia también en las definiciones de las políticas, programas y proyectos que establecemos.
Gracias.
CSP: Muchas gracias.
Es un placer escuchar a la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez. Y decirte Francia, desde aquí, desde la Ciudad de México y estoy segura desde todo México, que no estás sola, que estamos contigo en toda esta ofensiva que han hecho contra ti; eres un ejemplo en tu lucha, un ejemplo como mujer y realmente están ocurriendo cambios muy importantes en Colombia con muchísimos protagonistas, hombres y mujeres de este cambio, y tú eres ejemplo de ese cambio. Así que, desde aquí, no estás sola, Francia.
Yo quisiera decir que, ayer estuve buscando algunos números de la desigualdad de las mujeres en América Latina y encontré un documento de CEPAL, de la Comisión Económica para América Latina, que durante muchos años tuvo una gran directora, que hoy es nuestra embajadora en Chile, Alicia Bárcenas.
Y quiero darles algunos de estos datos, por supuesto, hablando de las grandes autonomías que ONU Mujeres puso en la palestra hace ya algunos años. Durante mucho tiempo se habló del empoderamiento de las mujeres o de la desigualdad, y hace algunos años que aquí está ONU Mujeres, y podría decir con mayor detalle cuando fue, pero empezó a hablarse realmente de la importancia de la autonomía de las mujeres, más que del empoderamiento, que también hay que hablarlo.
Autonomía económica, autonomía física, autonomía política, autonomía en las decisiones que, en el fondo, si recordamos alguna de las frases de Angela Davis, una de las primeras luchadoras por los derechos civiles como mujer en Estados Unidos y también feminista, decía: feminismo al final es que las mujeres podamos ser tratadas como personas, es decir, al final es la igualdad sustantiva de las mujeres.
Y en este tema de las autonomías quisiera leerles algunos datos. Una tercera parte de las mujeres en América Latina no tiene ingreso propio, es decir, hablando de la autonomía económica, que bien decía Francia, todavía casi una tercera parte de las mujeres depende de alguien más para poder desarrollar su vida y en la gran mayoría de los casos no es por elección propia, sino porque así se lo ha impuesto la sociedad.
En México, por ejemplo, es el 29.4 por ciento, de acuerdo con este documento de CEPAL; en Brasil es el 26 por ciento; en Colombia es el 35 por ciento.
Pero hablando de la doble jornada, que también es uno de los grandes temas del feminismo, es decir, de que las mujeres además de trabajar fuera del hogar trabajamos mayoritariamente dentro del hogar, este documento habla de que las mujeres que salen fuera del hogar a trabajar, alrededor del 56 por ciento de su tiempo libre lo dedican a labores del hogar, es decir, hay una parte muy importante que tiene que ver con esta doble jornada. En comparación, los varones, los hombres solamente representa el 8 por ciento de su tiempo libre.
De cada 100 hombres en pobreza hay 116 mujeres en pobreza. En México son 109, en Colombia son 117, en Uruguay increíblemente 131.
En el caso de los cuidados, 24 por ciento de las mujeres, respecto a los hombres que trabajan, se dedican también a la labor de los cuidados.
Y en lo que respecta a la autonomía en la toma de decisiones o la autonomía política, solamente el 25 por ciento de los escaños de representación popular de distinto tipo son o están representadas las mujeres, en los parlamentos, solo el 35 por ciento; ministras de Estado, solo el 28 por ciento. Y solamente en la historia de América Latina, 13 mujeres han sido presidentas y, en todo el mundo, 7 por ciento solamente representan el máximo cargo.
Ahora, yo estoy de acuerdo con Francia de que en efecto uno de los temas centrales de nuestra lucha como mujeres, más allá de nuestra historia personal o incluida nuestra historia personal, es la defensa de la igualdad de las mujeres en todos sentidos. Pero también hay un proyecto de nación que encabezamos, porque también hay distintas mujeres que encabezan distintos proyectos, y si bien luchamos por la defensa de los derechos de las mujeres, también tiene que ver con la igualdad, con la fraternidad, con la lucha contra las desigualdades.
Y por eso coincido con Francia, en el progresismo en América Latina, porque también hay mujeres que han encabezado golpes de Estado y recientemente vimos el caso de Bolivia y recientemente hemos visto el caso de Perú, entonces, no solamente es un asunto de género.
Sí, claro que las mujeres tenemos que luchar por nuestros derechos, pero como mujeres tenemos también la responsabilidad de luchar por los derechos de todos y de todas y de ser parte de un proyecto de nación, de continente que luche por las grandes igualdades, es decir, que luche en contra de las desigualdades; y ahí es fundamental la lucha por la democracia, por la justicia social, que hace un rato hablábamos de que hay incluso quien habla de que ya no existe la justicia social como parte sustantiva de las luchas, no solamente en nuestro continente sino en el mundo entero.
Y tenemos que decir que también dentro de las mujeres, hay mujeres que sufren más que otras. Por supuesto que hay un tema de violencia, pero también hay un tema de pobreza, y hay quienes reciben menos alimento que otras, y hay también quienes viven más violencia que otras.
Entonces cuando luchamos por los grandes derechos de nuestros pueblos, luchamos por los derechos de las mujeres, porque cuando luchamos por el derecho a la educación pública, desde el preescolar o desde la educación inicial como parte del sistema de cuidados, hasta la educación universitaria, luchamos también por los derechos de las mujeres, porque normalmente cuando no existe el derecho a la educación, afecta mucho más a las mujeres.
Y cuando hablamos del derecho a la salud pública, gratuita, de calidad para todos y para todas como esencia de los derechos humanos y los derechos sociales de cualquier sociedad, pero en particular de los pueblos de América Latina, estamos luchando también por los derechos de las mujeres, pero no solo, estamos luchando por la justicia social.
Y cuando hablamos del salario digno igual para todos y para todas, luchamos por los derechos de las mujeres a que no tengan un salario distinto al de los hombres en cualquier esfera del trabajo o cualquier esfera del empleo, pero también luchamos por el salario digno para todos y para todas como una forma de disminuir desigualdades.
Y cuando luchamos por el trabajo digno, luchamos por el trabajo digno para las mujeres, pero no por ello no dejamos de luchar por el trabajo digno para todo el pueblo, en particular el pueblo de México.
Por eso yo hablo de los grandes derechos. ¿Qué nos caracteriza como gobiernos progresistas? Que nosotros no creemos que el mercado soluciona los problemas o todos los problemas, lo que nosotros creemos es que el Estado tiene que garantizar los grandes derechos de nuestros pueblos y, en esos grandes derechos de nuestros pueblos, está también la igualdad sustantiva de las mujeres, es decir, son parte de, no son excluyentes.
Y en la lucha por la democracia, luchamos por la participación de las mujeres en cada esfera de la vida pública, y también luchamos por la participación de los hombres en cada esfera de la vida privada. Es decir, luchamos por la igualdad, pero luchamos por la justicia social, luchamos por la democracia y luchamos por la erradicación de la pobreza; pero, sobre todo o también como parte de, luchamos siempre, claramente, sin ningún zigzagueo, en contra de cualquier forma de discriminación, porque no es solo el ser mujer y el estar en un puesto.
Por eso a mí no me gusta mucho el término de “rompimos el techo de cristal”, porque parece que es el tema de una mujer que rompió el techo de cristal como un asunto individual, que quebró todas las formas de represión o de violencia que vivió durante toda su vida y por ella misma rompió el techo de cristal. Es el derecho de todas a la educación, es el derecho de todas a la salud pública, es el derecho de todas a poder acceder a distintos cargos públicos.
Y por eso, la posibilidad de que las mujeres accedamos a un puesto de elección popular sea una regiduría, sea una presidencia municipal, sea una gubernatura, sea una presidencia de la República, tiene que ver necesariamente con un proyecto de nación y tiene que ver con la lucha de las mujeres por la igualdad sustantiva.
Mientras no consideremos todo dentro de la lucha por la justicia, por la democracia, la lucha por la igualdad y la lucha por los derechos, entonces estaremos viendo una partecita del pastel y generando también las mismas condiciones de represión, las mismas condiciones de desigualdad.
Y por eso decía que, claramente y sin ningún zigzagueo, decimos: estamos en contra de cualquier forma de discriminación, de racismo, de clasismo y de machismo.
Muchas gracias.
PB: Gracias a las dos por ese diagnóstico del momento que vivimos. Fue en América Latina, hace muchos años, cuando yo escuché por primera vez, en boca de Michelle Bachelet, que en ese entonces era Presidenta de Chile, esa frase que ahora ONU Mujeres tiene como uno de sus lemas: Si una mujer entra en política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran en política, cambia la política.
Ustedes están ya en política, en posiciones de mando, en el contexto que han descrito, que no se arregla fácilmente. ¿Comparten esta reflexión? ¿Su presencia, la de ustedes, realmente ayuda a mover algo en las estructuras de poder?
¿Su mirada –si me lo permiten– violeta sobre la realidad, contagia al movimiento, al partido, al gobierno en el que se desenvuelven o sigue costando tanto ahí, ahí arriba en el poder, como cuesta a las mujeres que no tienen un techo de cristal, sino de cemento?
CSP: A ver, yo creo que yo lo pondría de esta manera, evidentemente la presencia de Francia Márquez en la vicepresidencia es un símbolo, por lo que ella representa en la lucha y por lo que ella misma representa. El que haya una mujer electa Jefa de Gobierno por primera vez, evidentemente es un símbolo de cambio.
Hoy, por ejemplo, en México habemos nueve gobernadoras al mismo tiempo; en toda la historia de México hasta 2018, de los 200 años de Independencia, solamente había habido siete mujeres gobernadoras. Entonces, claro que en el momento en que hay nueve mujeres gobernadoras al mismo tiempo en el país, genera un cambio.
Recientemente hubo una encuesta del Instituto Nacional de Estadística en 2022, y algunas encuestas que se han hecho recientemente, que preguntan si consideran que, si una mujer puede ser presidenta de México, y ahora mucho más porcentaje, es decir, más del 50 por ciento, 67 por ciento de la encuesta dice que sí. Y en otras encuestas el 20 por ciento dice que no, 30 por ciento dice que sí, 50 por ciento dice que no importa si es hombre o mujer siempre y cuando sea un buen presidente.
Yo creo que eso es parte de que las mujeres participemos en política. Ahora, no lo es todo y pensar que el llegar a un cargo de elección popular es suficiente y ahí te quedas en el asiento y con ello has logrado todo, es falso, porque tienes que luchar desde el lugar donde estás, por los grandes derechos, por los derechos de la igualdad y por el derecho a la igualdad sustantiva de las mujeres en todos sentidos.
Y si quieren, posteriormente platicamos de lo que hemos hecho en la ciudad.
PB: Como las jornadas van a entrar en el desarrollo de los temas que han enunciado en este diagnóstico de la situación, a mí me toca eso que dije al principio, hacerles preguntas a ustedes en calidad de mujeres. En calidad de mujeres, porque en una entrevista en El País hace unos meses decía usted, si yo no fuera mujer no dirían que soy la favorita del Presidente.
CSP: Sí, puede ser, lo platicaba hace un rato con otra persona. Hay esta idea de que una mujer por... o nada más veámoslo así, la crítica que le hacen a un varón, a un hombre por el mismo puesto de elección popular que a una mujer; y las críticas de la que nos cuenta Francia, tiene que ver con ser mujer y ser una mujer de ascendencia…
PB: ¿Y usted siente machismo a su alrededor porque es candidata?
CSP: Pues claro que hay una parte de misoginia en la sociedad, en compañeros también. Pero lo importante aquí yo creo que es lo que piensa la gente, yo creo que cada vez el pueblo de México piensa más en las mujeres en distintos puestos y no solamente de elección popular.
Hoy hay una mujer, por ejemplo, que es astronauta, que viajó al espacio –mexicana, de Jalisco– y eso representa un ejemplo para las niñas; porque entonces, como niña no te quedas en el marco donde durante mucho tiempo te educaron, donde a lo único que tienes acceso es a ciertas cosas y a otras no, porque eso no es espacio para las mujeres. Y hoy el que haya mujeres en estos espacios, por supuesto que a las niñas les genera un sueño en donde podemos ser lo que queramos.
PB: Hace unos días, la vicepresidente segunda del Gobierno de España –que luego escucharemos en video– generó una polémica allí porque dijo: “Los hombres de izquierda creen que no son machistas porque son de izquierdas”.
Ustedes son una vicepresidenta de Gobierno que tiene un Presidente de Gobierno hombre, el Presidente Petro. Y usted, tiene un presidente de país, el Presidente López Obrador.
Directamente, señora Márquez ¿Petro es feminista?
CSP: No te escuchó, creo.
P: ¿Si Petro es feminista?
FMM: En relación a la pregunta de si Petro es feminista, es una respuesta que yo no soy quien debo responderla, creo que es él.
En relación a si hay machismo en el papel que ahora desempeño, por supuesto, porque nuestras sociedades siguen siendo profundamente machistas y patriarcales; así que, por supuesto que el machismo y el patriarcado atraviesa a todos los hombres, y por supuesto también muchas veces a nosotras como mujeres, en nuestra sociedad.
Hasta que no deconstruyamos esas estructuras, el machismo va a seguir estando en todos los ámbitos de nuestra sociedad y, por supuesto, de nuestra política; por supuesto, de nuestros gobiernos, en nuestros hogares y es parte de lo que intentamos transformar y transformar eso, es ser consciente.
Nos formaron en una sociedad machista, patriarcal que tenemos que transformarla y que no nos debe dar miedo reconocerlo, porque precisamente a partir del reconocimiento nos atravesamos en todo el ámbito del machismo, del patriarcado. En mi caso, que mi vida está atravesada por la interseccionalidad, yo tengo que estar viendo todos los lentes de esas violencias y entonces no solamente la violencia del machismo, sino del clasismo y del racismo que todo el tiempo se expresa.
Yo he tenido que soportar en estos últimos meses como se ha exacerbado todo ese –ya lo decía– sinnúmero de violencias que a veces ni siquiera el cuestionamiento, las críticas son por lo que propongo; y muchas veces, cuando propongo algo se busca minimizar, quitarle validez a las propuestas que hago, pero siempre esas violencias interseccionales están presentes. Así que, con eso nos toca avanzar y con eso, hacer nuestros esfuerzos al interior de nuestros gobiernos para transformarlas.
Eso se ve a flor de piel en todos los escenarios de nuestra sociedad y es lo que hoy desde este lugar buscamos trabajar. Por eso, en Colombia hemos creado ya el Ministerio de la Igualdad y la Equidad, que tiene como una de sus apuestas la deconstrucción de la desigualdad y la inequidad hacia las mujeres, y eso no es posible sino deconstruimos el patriarcado y el machismo que atraviesa, reitero, a toda nuestra sociedad.
PB: No se va a librar señora Sheinbaum, ¿López Obrador es machista?
CSP: A ver, lo voy a contestar de la siguiente manera. Recientemente el Día de la Mujer, está aquí Nadine Gasman, ella es la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, es –digamos– la institución que se encarga, en el Gobierno de México, de generar las políticas transversales y directas para la igualdad de las mujeres.
Y Nadine hizo un discurso en ese evento en donde estaba el Presidente de la República rodeado principalmente de mujeres, aunque también había secretarios de Estado; y ella dijo, aquí en México hablamos de la Cuarta Transformación, porque México vivió tres transformaciones: la Independencia, la Reforma, la Revolución y hoy consideramos que estamos viviendo la Cuarta Transformación.
Y Nadine dijo en su discurso cuando cerró, la Cuarta Transformación será feminista o no será, y López Obrador tomó el micrófono y dijo: “La Cuarta Transformación ya es feminista”.
Voy a tocar dos temas, si me permite el tiempo. Uno, en este periodo que hemos vivido es cuando más mujeres hemos ocupado puestos de elección y también de decisión: por primera vez hay un gabinete paritario, por primera vez hay una mujer gobernadora del Banco de México, por primera vez hay una directora del Instituto Nacional Electoral, hay la mitad de mujeres y hombres en el Congreso de nuestro país a nivel nacional, a nivel local, hay más gobernadoras y esto es parte de la transformación que está viviendo nuestro país, la secretaria de Seguridad Pública es una mujer. Entonces, hoy tenemos más posibilidades de decisión.
Ahora, yo quiero decirlo del otro lado, el conservadurismo en México ha utilizado el feminismo como una lucha en contra de la democracia y de crítica contra la Cuarta Transformación y lo que representa nuestro movimiento en términos de las grandes transformaciones.
Y aquellos que hablaban del “viejerio” y un presidente en México, Fox, que nos dijo a las mujeres “lavadoras de dos patas”, hoy son los grandes defensores del feminismo, no me la creo, lo siento, no me la creo. En realidad, es una forma de utilizar el feminismo a la crítica –en realidad– de otras desigualdades y de un gobierno que están mirando por los grandes derechos y por acabar con grandes privilegios.
Por supuesto que, desde la perspectiva de las mujeres, evidentemente cada quien tiene que contestar por su propia historia, por lo que dice, por sus dichos; pero lo que es cierto, es que, en estos cuatro años y medio en nuestro país, por supuesto también, por las movilizaciones de las mujeres, hoy tenemos mucho más posibilidades. También hay violencias como el feminicidio.
PB: Veíamos en el video que reivindicaban ustedes las políticas que han hecho para prevenir las violencias, acompañar a las víctimas, pero no solo es que haya feminicidios, es que hay un grado de impunidad altísimo, si mis cifras son correctas, más del 95 por ciento, es un fracaso que haya un 95 por ciento de impunidad de las políticas del sistema.
CSP: Ahora, te voy a poner aquí a la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, porque en la Ciudad de México creamos la Fiscalía Antifeminicidios, digo creamos, porque inició cuando la Fiscalía era Procuraduría, hoy hay autonomía en la Fiscalía.
En la Ciudad de México hay un 90 por ciento de cero impunidad, es decir, de detención de feminicidas, comparado con cualquier otro lugar del mundo. Feminicida que comete un delito, que mata a una mujer por el solo hecho de ser mujer, en la ciudad hay cero impunidad.
PB: ¿Y qué ha fracasado en el resto de México?
CSP: Bueno, habría que preguntar a las otras Fiscalías, porque las otras Fiscalías estatales.
Yo te puedo decir que tuve un debate muy fuerte con el fiscal de Morelos, porque una joven que fue asesinada en la Ciudad de México y que su cuerpo fue tirado en el estado de Morelos, hace la investigación el fiscal del estado de Morelos y dice que ella broncoaspiró; la familia le pide a la fiscal general de Justicia de la Ciudad de México, conociendo que es una feminista, que haga la investigación porque formalmente había un delito de desaparición en la ciudad; piden el cuerpo a solicitud de la familia y encuentran que fue un feminicidio y que murió a golpes. Y entonces yo abrí un debate muy fuerte, porque hay mucho machismo también en las fiscalías, en el (inaudible) peor del feminismo, en donde culpar a la propia mujer de su muerte.
Cuando nosotros llegamos al Gobierno de la Ciudad, tuvimos que reclasificar una cantidad de suicidios de mujeres, cuando en realidad eran feminicidios. Entonces, hay que preguntarles a los otros fiscales, ¿qué papel están haciendo?
Lo que yo sí te puedo decir es que, en el caso de Ernestina Godoy, una fiscal honesta, de primera, feminista, ha hecho un gran papel en la defensa de las mujeres.
PB: Tenemos que ir terminando porque la jornada no ha hecho más que empezar. Tengo una pregunta para las dos antes de que le demos paso al video de la vicepresidenta Yolanda Díaz.
La vitalidad del movimiento feminista en este momento, la vitalidad en todo el mundo es global, la presencia de mujeres en todos los escenarios de la vida pública, el feminismo de las jóvenes, hemos educado a nuestras hijas diciéndoles que eran iguales que sus compañeros de pupitre, que sus compañeros de trabajo, que sus compañeros de vida y no van a dar marcha atrás.
Eso ha provocado una reacción, un movimiento reaccionario que tiene muchas traducciones, la regresión en derechos reproductivos de las mujeres en muchos estados de Estados Unidos, en España tenemos un partido que niega la violencia de género; son liderazgos tóxicos, eso es evidente, pero son partidos y movimientos que reciben mucho voto ciudadano.
Todos sus votantes no son tóxicos, son probablemente personas muy desconcertadas ante la velocidad de los cambios y que sienten miedo, incertidumbre, ¿qué les dicen a esas personas que se resisten a un cambio, el de las mujeres que ha traído bienestar a la humanidad desde que el movimiento feminista existe, la humanidad ha mejorado, mejora el PIB, mejora las relaciones laborales, mejoran las relaciones personales, el mundo es mejor desde que existe el feminismo, no solo para las mujeres, también para los hombres.
¿Cómo le explican a quienes tienen que perder privilegios para que otros ganen derechos, otras, en este caso, que el balance final es bueno para las dos partes? ¿Cómo se lo explican? Comenzamos con la señora Márquez, si le parece, no sé si ha oído bien la pregunta.
FM: Claro que sí. Bueno, yo ya lo había dicho, que nosotros estamos liderando una agenda de cambios, de transformaciones estructurales en América Latina que implican la deconstrucción de las estructuras de opresión, no solo hacia las mujeres, sino a las poblaciones y a los territorios históricamente excluidos y marginados.
Para el caso de Colombia, por ejemplo, el Ministerio de la Igualdad y la Equidad que está a punto de ser reglamentado por el presidente, plantea la necesidad de trabajar por la igualdad y la equidad de las poblaciones diversas LGBTIQ+, de las poblaciones indígenas o colombianas raizales y palenqueras, de las poblaciones migrantes, de las poblaciones habitantes de calles, de las mujeres. Es decir, trabajar por la igualdad y la equidad para más del 50 por ciento de la población colombiana, que por una y otra razón estas estructuras patriarcales, coloniales, racistas y clasistas no le han permitido el goce efectivo de sus derechos.
En ese sentido, esas propuestas que son nuevas generan una incertidumbre en la sociedad, porque la sociedad lo que ha conocido históricamente son esas mismas prácticas de opresión que han estado basadas en sostener los privilegios de una clase dominante. Sí, esos privilegios del sistema económico y político se sostienen sobre la base de la imposición de estas formas de opresión como es el patriarcado, como es el racismo, como es el clasismo.
En tal sentido, claro, la gente reacciona a lo desconocido, que genera incertidumbre, pues no genera miedo; y la derecha, que por supuesto sabe bien que mantener esos privilegios es una necesidad para ellos, generan una narrativa que socava y que profundiza el miedo, a tal punto que hace que hace que ese miedo se traduzca en odio.
Y ya lo decía en términos de movimientos antifeministas, movimientos que no reconocen el racismo, eso también es evidente en nuestra América Latina: “aquí no hay racismo, aquí no hay patriarcado, aquí no hay machismo”, eso es parte de las formas de expresión de ese movimiento, pero todo eso lo que busca es sostener unos privilegios que por supuesto han estado estructurados; las bases, sus bases han estado estructuradas y sostenidas en estas formas de opresión. Deconstruir eso, precisamente es el desafío que tenemos.
Por eso digo y comparto la visión de la compañera, en tanto manifiesta que nuestra presencia aquí, simbólicamente, es importante. En mi caso personal, he escuchado mensajes de abuelos diciendo: “Yo pensé que nunca me iba a morir sin ver a una mujer de las nuestras, que se parece a mí, en un lugar como esos”.
Y eso es muy importante, es importante porque los niños y niñas cuando voy a los territorios me dicen “Yo voy a luchar y a trabajar para ser como usted”. Entonces lo simbólico es importante y es poderoso, pero no es suficiente si no logramos las transformaciones.
Nosotros aquí estamos hoy planteando algunas reformas estructurales, como es la reforma a la salud, entendiendo que un gran número de la población no tiene acceso al derecho fundamental de la salud. Sin embargo, pensar un sistema nuevo de salud que ponga las bases sólidas del derecho a la salud y no el negocio y no privilegie el negocio a la salud, es parte de los desafíos que ahora estamos teniendo en nuestro país.
O el tema de los derechos, la reforma laboral también que estamos impulsando, que compromete la igualdad laboral para las mujeres, que las mujeres no tengan que someterse a acosos y a violencia por los patrones para poder lograr un empleo. Pero que las mujeres reciban igual valor salarial que al de los hombres, porque está comprobado la inequidad y la desigualdad en términos de los salarios.
Eso genera incomodidad, eso también genera miedo a lo desconocido, porque las mujeres tienen miedo. Hemos visto aquí, hemos escuchados mensajes donde le dicen, el patrón les dice a los trabajadores que si aprueban esas reformas se van a quedar sin empleo, eso le genera miedo a la sociedad. Si yo tengo un empleo y me dicen, si aprueba eso, aun sabiendo que eso va a beneficiarme en la garantía de mis derechos, la gente le da miedo perder lo inmediato que es el empleo que tienen.
Entonces, yo por supuesto, frente a eso tenemos que seguir caminando, frente a eso tenemos que seguir luchando y llegamos aquí no solo por ocupar un espacio simbólico, sino que llegamos aquí con la esperanza y por eso nos eligieron, de lograr transformaciones estructurales.
PB: ¿Cómo dirige usted a quienes los discursos, las políticas de género, la vitalidad al movimiento feminista le provoca esa reacción en contra de manera visceral que ha encontrado formulación política ya?
CSP: A ver, yo creo que, a lo mejor parece muy simplista, pero finalmente es la concientización. Aquí en México hablamos de la revolución de las conciencias y el Presidente López Obrador dice algo que yo creo que es cierto, en México ha cambiado mucho la mentalidad del pueblo, porque durante años nos tragamos la historia del neoliberalismo, de que los gobiernos no tenían por qué participar en nada, ni en la educación, ni en la salud y que eso era un asunto del mercado. Nos tragamos la idea de que todo era un asunto de meritocracia y de esfuerzo propio y no de generación de las condiciones para permitir los grandes derechos.
Y eso está cambiando, porque finalmente el neoliberalismo fracasó, por lo menos en América Latina, porque generó más desigualdad, generó más pobreza. Y hay que seguir hablando de ello, no hay que dejar de hablar de ello porque entonces también se regresa al pasado. Entonces, es seguir hablando de ello, es seguir trabajando y diciendo sin temor cuál es nuestra posición y por qué esa posición es la mejor, ¿en qué sentido? Es un asunto de razón.
Aquí tenemos una frase acuñada en la Cuarta Transformación que es: “Por el bien de todos, primero los pobres”, y es cierto, el de arriba tiene que saber que mientras persistan las desigualdades va a haber violencia.
Y en el caso de las mujeres es igual, en el caso de los grandes derechos de las mujeres es lo mismo, no porque haya un movimiento conservador que está en contra de los derechos de las mujeres nosotros nos vamos a callar, al contrario, hay que decirle a las jóvenes: “Sigan luchando, qué bueno”, porque nunca "más calladita, te ves más bonita", nunca más; porque nunca más que la mujer quede excluida de la participación política, porque nosotros luchamos porque nunca más haya un feminicidio, porque nunca más haya acoso contra las mujeres.
Ese “nunca más" tiene que ver con que la posición sea clara, directa, sin miedo y de seguir trabajando en la sociedad por ello. No porque la derecha empiece a criticar a los gobiernos progresistas ahora nos vamos a desdibujar para darle gusto a quién sabe quién, no. Al contrario, las posiciones son claras y la posición tiene que ser y es mayor democracia, mayor igualdad, mayor fraternidad, en contra de la discriminación en cualquiera de sus formas y por la justicia social y eso tiene que ver con los derechos de las mujeres.
Entonces, si avanza el conservadurismo, nosotros no nos echamos para atrás, nos vamos para adelante, esa tiene que ser la idea. Porque, no porque ahora se haya votado de manera en un país o en otro a favor del conservadurismo y en contra de los derechos de las mujeres nos vamos a hincar, hay que pararse y seguir luchando.
PB: Como les venía contando, tenemos una voz de mujer más que añadir a esta conversación. Está interesante la situación en España en este momento y no ha podido venir, es la vicepresidenta segunda al Gobierno, ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que ha querido tener unas palabras que vemos en video.
VICEPRESIDENTA SEGUNDA DEL GOBIERNO DE ESPAÑA Y MINISTRA DE TRABAJO Y ECONOMÍA SOCIAL, YOLANDA DÍAZ PÉREZ (YDP): Buenos días a todos y a todas.
Es un auténtico honor poder compartir este espacio con líderes feministas como Claudia y Francia, que son referentes en América Latina y en todo el mundo; gracias, por supuesto, al Gobierno de la Ciudad de México y a la ONU Mujeres por hacerlo posible.
La Ciudad de México, Colombia y España han cambiado mucho, hoy, ahora tienen gobiernos que protegen a las personas, la democracia, las mujeres y el planeta; gobiernos que quieren construir un contrato social y democrático a la altura de las promesas redistributivas contenidas en las constituciones de 1917, de 1978 y de 1991.
Constituciones huérfanas de madres a pesar de que fueron muchas las mujeres que hicieron todo lo posible por tener los textos que hoy queremos, debemos desplegar en cada derecho, en cada frase, palabra y en cada coma.
En esa tarea, ahora sí, las mujeres reivindicamos un papel protagonista, somos nosotras las que tenemos la responsabilidad de llevar a cabo las transformaciones pendientes ante la emergencia climática, los ataques a la democracia o la pandemia de feminicidios. Somos nosotras, sí, las que tenemos un papel protagonista en la transformación de nuestros países.
Gracias, querida Claudia, por reverdecer Ciudad de México, por hacerla más segura para las mujeres, por llevar el transporte sostenible a todos los rincones de la CDMX; gracias por entender que nuestro reto hoy es transformar la evidencia científica en políticas públicas transformadoras. Gracias, sobre todo por predicar con el ejemplo.
Y gracias, querida Francia, por materializar una demanda histórica, por crear tantas décadas de lucha, después, un ministerio de la igualdad y equidad para los colombianos y colombianas. Gracias, por demostrar que una política exterior feminista es posible, que la diplomacia puede y debe ser una herramienta al servicio de los de abajo, de las mayorías.
Somos nosotras también, las que tenemos la responsabilidad de renovar las relaciones entre Europa y América Latina, entre México, Colombia y España, una nueva etapa entre gobiernos plurales y diversos que tienen, que tenemos el deber de impulsar agendas progresistas en foros internacionales y de apoyar la agenda de mujeres, paz y seguridad en Iberoamérica.
Vengo hablando sobre la necesidad de construir una integración democrática, que sea a su vez una integración laborista, que ponga los intereses de las personas trabajadoras por encima de los intereses de aquellos que siempre han gozado de privilegios en nuestros países.
Esa integración democrática y laborista debe ser, antes que nada, una integración feminista, juntas la estamos construyendo.
Muchas gracias de nuevo por esta invitación, estoy convencida de que nos veremos muy pronto.
Hasta que la dignidad se haga costumbre, queridas Claudia y Francia.
PB: Bueno, pues aquí terminamos, –creo que podemos recuperar, sí, la conexión con la vicepresidenta Márquez–. Un océano en medio, Vicepresidenta, pero muchas causas comunes, ¿verdad?
Para terminar. Decía que terminábamos y que terminábamos con la evidencia de que hay un océano en medio entre la vicepresidenta española y esta sala, pero que había muchas causas comunes a los dos lados del Atlántico. Muchas gracias Vicepresidenta Márquez.
FMM: No, muchas gracias a ustedes. Efectivamente, hay muchas causas comunes, una agenda de lucha contra las violencias, en general, hacia las mujeres.
Y quiero dejar el mensaje y es que ningún hombre se crea dueño de nuestro bienestar, el bienestar lo construimos nosotras como mujeres y como sociedad. Por supuesto, de la mano de nuestros hombres que también reconozcan que el patriarcado les violenta a ellos también, que el patriarcado les ha impuesto unas formas que han dañado nuestro ser, que han dañado nuestra humanidad.
Seguimos construyendo, en medio de la diferencia, en medio de la diversidad y vamos juntos para adelante.
Hasta que la dignidad se haga costumbre.
PB: Y cerramos retomando el argumento inicial, mujeres que han ocupado espacios donde no han estado históricamente las mujeres y, sin embargo, la evidencia de que están ahí no es suficiente, ¿no?
CSP: Bueno, muchas gracias a Yolanda; gracias a Francia, por permitirme estar con ustedes. Muchas gracias a todas estas mujeres que están hoy aquí: diplomáticas, gobernantes, miembros de parlamentos, de gobiernos, senadoras, diputadas que están hoy con nosotros.
Yo diría que estamos viviendo un momento extraordinario realmente y que hay que seguir luchando; uno no deja de luchar, no porque yo sea Jefa de Gobierno dejé de luchar, yo sigo luchando en el puesto donde estoy, sigo luchando por la justicia, sigo luchando por la paz, sigo luchando por la fraternidad, sigo luchando por los derechos de todos y de todas y sigo luchando por la igualdad sustantiva de las mujeres.
Y mientras no nos cansemos de luchar, mientras sigamos adelante en la defensa de los grandes derechos y en la posibilidad, más que posibilidad, en la razón de que las mujeres tenemos un espacio en la sociedad y un espacio distinto también en nuestras vidas privadas y en la vida pública y que solo con la participación de las mujeres se engrandece la democracia, mientras sigamos luchando por ellos, siempre hay esperanza.
PB: ¿Y se ve luchando en la Presidencia de México?
CSP: ¿Perdón?
PB: Que si se ve luchando en la Presidencia de México. Déjeme un paréntesis de periodista.
CSP: Allá vamos.
PB: No me puedo ir de aquí sin preguntárselo.
CSP: Allá vamos. Gracias.
—000—